Actualmente la sanidad pública de nuestro país no está pasando por su mejor momento, teniendo que hacer frente a diferentes problemas como el elevado gasto económico a nivel farmacéutico (unos 196 euros por habitante en el 2013), las privatizaciones (que no parecen mejorar el funcionamiento, Alonso, Clifton, Díaz-Fuentes, 2014) o los importantes recortes presupuestarios que ha supuesto la crisis económica vivida en España.
Dichos recortes económicos han llevado, entre otras complicaciones, a la disminución del personal sanitario, lo que ha supuesto que en la mayoría de las especialidades médicas las listas de espera se hayan incrementado significativamente en los últimos años. Específicamente en el área de Salud Mental, este problema está suponiendo un grave problema en la mayoría de las Comunidades Autónomas españolas. Por lo que respecta tanto a los centros de media y larga estancia como a las unidades de salud mental, los pacientes están esperando incluso dos años para ser ingresados en alguna de estas instituciones, y entre dos y doce meses para poder ser atendidos en una consulta por personas de dicha disciplina médica. Teniendo en cuenta estos datos es importante debatir, valorar y encontrar medidas que puedan reducir estas largas listas de espera para poder ofrecer a los ciudadanos una asistencia psicológica ajustada a sus necesidades.
Según los estudios epidemiológicos, los trastornos mentales con mayor prevalencia en nuestra sociedad son los trastornos emocionales (TE), término que engloba tanto a los trastornos del estado de ánimo como a los trastornos de ansiedad. Tal y como indica el estudio de Kessler et al. (2005), la prevalencia de los trastornos del estado de ánimo durante la vida es de un 21% y de los trastornos de ansiedad de un 29%. A su vez, también es importante resaltar la gran comorbilidad entre los TE, se considera que un 55% de personas que padece un TE presenta, al mismo tiempo, comorbilidad con otro TE, mientras que si se tiene en cuenta la prevalencia-vida este porcentaje puede aumentar hasta un 76% (Brown et al., 2001).
Teniendo en cuenta los datos de prevalencia de los TE, su alta comorbilidad y la falta de recursos en los Sistemas de Salud Mental (entre otros aspectos), durante los últimos años ha aumentado el interés científico por los enfoques transdiagnósticos. La perspectiva transdiagnóstica se centra en estudiar los factores comunes entre distintos trastornos, en lugar de centrarse en lo que los distingue. Desde esta perspectiva se considera que, trastornos mentales que hasta ahora han sido conceptualizados en categorías diagnósticas distintas (p. ej., trastornos de ansiedad y trastornos del estado de ánimo), comparten factores etiológicos o de vulnerabilidad, así como factores que mantienen los síntomas a lo largo del tiempo. Este sería el caso de los TE según Brown y Barlow (2009) que con su teoría de la triple vulnerabilidad definen con claridad los factores de vulnerabilidad biológicos y psicológicos que están en la base de los TE (p.ej., neuroticismo y extraversión, impredictibilidad e incontrolabilidad de acontecimientos internos o externos, o conductas reforzadas de evitación aprendidas en etapas muy tempranas). Este enfoque ya ha demostrado eficacia en otras categorías diagnósticas, como en los trastornos de la conducta alimentaria o en los trastornos de ansiedad, y en los últimos años ha comenzado su aplicación a los TE.
Siguiendo con lo comentado previamente, una vez identificados los factores de vulnerabilidad comunes a los TE se han estudiado los tratamientos basados en pruebas con los que contamos hasta el momento para estos trastornos y, posteriormente, se han elegido las técnicas psicológicas más eficaces (p. ej., psicoeducación emocional, reestructuración cognitiva o exposición interoceptiva y situacional, entre otras). Como resultado final, el equipo de investigación del Dr. David Barlow ha desarrollado un tratamiento para los TE denominado “Protocolo Unificado para el Tratamiento Transdiagnóstico de los Trastornos Emocionales” (en adelante PU). El PU es un tratamiento psicológico cognitivo-conductual basado en pruebas que puede ser aplicado a personas con trastornos de ansiedad, estado de ánimo unipolar, trastornos somatomorfos, trastornos adaptativos y otros relacionados. Este tratamiento está protocolizado, es decir, consta de un manual para el terapeuta y otro para el paciente. El manual del paciente ayuda y refuerza el contenido visto durante la sesión con el especialista, al igual que plantea tareas para hacer entre las sesiones, lo cual influye en que el avance terapéutico sea más rápido y efectivo. Los profesores Jorge Osma (Universidad de Zaragoza) y Elena Crespo (Universitat Jaume I) han traducido al castellano ambos manuales que se publicarán en septiembre por Alianza Editorial.
El PU ha demostrado su eficacia en diferentes estudios controlados en formato individual (p. ej., Farchione et al., 2012). A pesar de que deben replicarse los resultados a través de ensayos clínicos controlados en otros países, los resultados hasta el momento son prometedores, y reflejan mejorías clínicas significativas en la mayoría de pacientes a los que se les ha aplicado el PU, incluso en seguimientos a largo plazo (18 meses). En cuanto a la aplicación del PU en formato grupal, recientemente, Bullis et al. (2015) han publicado el primer estudio piloto no controlado con resultados satisfactorios respecto a la disminución significativa, y con tamaños del efecto grandes, de la sintomatología ansiosa, depresiva y la interferencia en la vida de los participantes. También recientemente, el equipo de investigación del Dr. Osma ha llevado a cabo el primer estudio piloto en España aplicando el PU en grupo en un Unidad de Salud Mental Pública (Osma, Castellano, Crespo y García-Palacios, en prensa). Los resultados preliminares, en la línea de los obtenidos por Bullis et al. (2015) informan que, la mayoría de los participantes del grupo terminaron el tratamiento dejando de cumplir criterios diagnósticos tanto para su diagnóstico principal como para sus diagnósticos comórbidos, manteniéndose los beneficios en el seguimiento a los 12 meses. Cabe mencionar también que todos los participantes manifestaron su satisfacción con el tratamiento y el formato en el que se había aplicado.
A pesar de los resultados esperanzadores obtenidos hasta el momento, es necesario continuar la investigación llevando a cabo ensayos clínicos controlados. Por tanto, el equipo de investigación del Dr. Osma está llevando a cabo un ensayo clínico aleatorizado multicéntrico para demostrar la eficacia, efectividad y eficiencia de la aplicación del PU en formato grupal en el Sistema de Salud Mental Público en España. Nuestro objetivo es el de poder ofrecer un tratamiento psicológico basado en la evidencia, de calidad y en un período razonable de tiempo. Diferentes Centros de Salud, Unidades de Salud Mental y Hospitales de la Comunidad Valenciana y Aragón ya se han interesado en colaborar en este estudio.
El PU en formato grupal se aplica en 10-12 sesiones, a razón de una sesión semanal de aproximadamente 2 horas de duración y los grupos pueden incluir entre 8 y 10 participantes. Para valorar los beneficios, pongamos un ejemplo, si un Psicólogo Clínico atendiera a 8 personas al día (aproximadamente uno cada hora), podrían beneficiarse de un tratamiento psicológico 40 personas a la semana. Dado que la prevalencia de los TE es muy elevada, si este Psicólogo Clínico realizara un grupo diario (2 horas) con el PU (8 participantes), al final de la semana se beneficiarían de un tratamiento psicológico 40 personas a nivel grupal y 30 a nivel individual. Nuestra hipótesis es que la aplicación del PU en formato grupal supondría: una reducción del sufrimiento de las personas con TE y familiares (previsiblemente en un menor plazo de tiempo), una importante mejora en la atención a los usuarios de los servicios de Salud Mental, una gran mejora del binomio coste-beneficio en los servicios de Salud Mental, así como la reducción del coste en formación de psicólogos, ya que verían disminuida notablemente su necesidad de formación en cada uno de los tratamientos psicológicos específicos para los distintos TE y trastornos relacionados.
Para finalizar, queremos llamar la atención de la necesidad de realizar ensayos clínicos controlados para demostrar la eficacia de los tratamientos psicológicos. Por tanto, reivindicamos nuevamente la necesidad de destinar más fondos a la investigación, concretamente a la investigación en el área de la Psicología Clínica y de la Salud. Además, es necesario también, formar a los psicólogos que aplicarán estos tratamientos. La formación continua de los psicólogos, especialmente los Psicólogos Clínicos y Psicólogos Generales Sanitarios es una responsabilidad tanto del Sistema de Salud Público como del propio profesional sanitario.
Post escrito por Cristian Castellano y Jorge Osma
Cristian Castellano Badenas, psicólogo especializado en psicología clínica de adultos, y estudiante de doctorado en la Universidad de Zaragoza. Su interés se centra en la mejora de la eficacia y efectividad de los tratamientos psicológicos basados en la evidencia. Su tesis doctoral estudia la aplicación del Protocolo Unificado para el tratamiento transdiagnóstico de los trastornos emocionales (depresión y ansiedad) en formato grupal en el área de Salud Mental del Sistema de Sanidad Público de nuestro país.
Jorge Osma es Doctor en Psicología por la Universitat Jaume I de Castellón y actualmente trabaja como Profesor Ayudante Doctor en la Universidad de Zaragoza (UZ, campus de Teruel). Miembro del grupo de investigación INPAT (Investigaciones Psicológicas y Aplicaciones Tecnológicas) del Gobierno de Aragón. Su línea de investigación se enmarca en la Psicología Clínica y de la Salud, concretamente, en la prevención de la depresión perinatal a través de las TIC´s y el tratamiento de trastornos emocionales (ansiedad y depresión). Imparte docencia en el Grado de Psicología en la UZ y de Postgrado en el Máster de Atención Temprana de la Universidad de Oviedo.
Me ha gustado mucho. A Barlow le vengo echando un ojo desde hace tiempo, pues en la carrera siempre se centraron en Beck, pero Barlow proponía elementos, dentro de la TCC, esencialmente diferentes a los de Aaron T Beck.
Hace poco escribí algo parecido en otro medio:
http://www.elpisapapeles.com/cultura/ciencia/terapia-psicologica-crisis-layard.php
Gracias.