En la era de la información, los medios de comunicación tienen un papel fundamental en cómo formamos nuestras actitudes y formamos nuestra imagen de la sociedad [1]. Éstos son la fuente principal de información sobre salud mental para la mayoría de la población [2] [3]; [4]. No supondría ningún problema una sociedad bien informada, pero en cambio, las descripciones que se dan de la salud mental y sus aspectos relacionados están erradas [5]. Por desgracia, una vez más, periódicos y telediarios han vuelto a insistir en relacionar salud mental con violencia, tanto en el caso del avión de Germanwings como en el menor de la escuela de Barcelona.
En las últimas décadas han sido numerosas las investigaciones realizadas para determinar la representación que los medios de comunicación (televisión, prensa, cine, radio…) generaban sobre la enfermedad mental. Todas concuerdan. Las descripciones que ofrecen son consistentes y estables: los trastornos mentales son asociados con actos violentos, criminalidad, peligrosidad e impredecibilidad [6]; [7]; [8] [9]; [10]; [11]; [12] ; [13]; [14]; [15]
Como consecuencia, las personas que están frecuentemente expuestas a una imagen estereotipada del carácter violento de quien tiene una enfermedad mental tienden a pensar en mayor medida que éstas herirán o matarán a alguien al menos una vez en su vida [16]. De este modo, las representaciones e imágenes que los medios dan generan actitudes negativas hacia las personas con trastornos mentales [17]; [18] y fomentan la estigmatización [19].
Para periodistas y población en general, los trastornos psicológicos son una explicación causal coherente y necesaria, pero circular y tautológica: Quien tiene un trastorno mental es violento, y es violento porque tiene un trastorno mental [20]. Pero ¿son las personas diagnosticada con algún trastorno psicológico potencialmente peligrosas? No. No lo son por el mero hecho de tener un diagnóstico. De hecho, por todo lo que venimos viendo hasta ahora, el estigma arraigado y la discriminación subsecuente hacen que las personas con trastorno mental tengan mayor riesgo de ser víctimas de violencia que de perpetrarla. [21]; [22] ; [23]. Se estima que una de cada cuatro personas con trastornos mentales es víctima de una experiencia violenta cada año, once veces más que en la población general [24].
Como decíamos al comienzo, lo deseable sería una población bien informada, porque de hecho, cuanto menor es el conocimiento que la sociedad tiene sobre los trastornos (TOC y Depresión), más los asocian a conductas violentas [25]. ¿Se puede hacer algo al respecto? Rotundamente: Sí. Los medios deberían estar implicados en programas de desestigmatización [26] y en ese sentido, por lo que respecta a España, se han elaborado guías de estilo sobre cómo tratar la salud mental en los medios (FEDEAFES, 2012; Junta de Andalucía, 2009, 2005; FEAFES, 2008; Junta de Extremadura 2008) con recomendaciones sobre el uso del lenguaje en la redacción de noticias con el fin de reducir el estigma –o al menos dejar de fomentarlo–. No podemos dejar de señalar que estas guías, además de ser de interés para periodistas, deben serlo también para psiquiatras y psicólogos que interaccionan con los medios participando en tertulias o siendo entrevistados [27].
Parece que estamos lejos de conseguir transmitir una imagen positiva de los trastornos mentales, pero en una sociedad cada vez más estigmatizante [28] hay profesionales que saldrán preparados para comunicar información veraz y coherente relacionada con la salud mental gracias a proyectos como las «Jornadas sobre Salud Mental y Medios de Comunicación«. Acabar con los estigmas en salud mental es cosa de todos.
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