Cada vez son más los conceptos y teorías disponibles para explicar el comportamiento. Este desarrollo parece buena noticia, ya que uno esperaría que conllevara una mayor compresión del objeto de estudio. Por desgracia, no siempre es así. Hay conceptos que entran en circulación, sencillamente, porque alguien ha decidido rebautizar con un nombre nuevo algo que sabíamos y llevábamos estudiando desde hace tiempo y porque la comunidad científica lo ha aceptado. Es la parte del jangle dentro de la falacia jingle-jangle: Asumir que porque dos conceptos tienen nombre diferente han de referirse a realidades distintas.
Varias teorías psicológicas de alto calado social pueden entenderse como, en muy gran medida, inflación conceptual sin novedad relevante, ni a la hora de explicar ni a la hora de predecir. Presentan serios problemas de validez incremental frente a lo ya sabido. A lo largo de dos posts me centraré en el caso de la alimentación intuitiva. En la entrada de hoy explicaré cuáles son las bases conceptuales sobre las que se asienta, qué propone y a qué otras miradas sobre la alimentación parece calcar. En una próxima entrada aportaré datos sobre la novedad o no de este enfoque alimentario.
Las Dietas
Hoy día, la pérdida de peso para las personas con sobrepeso (índice masa corporal -IMC- entre 25 y 30) y obesidad (IMC mayor a 30) se presenta como un modo de mejorar la salud. Los intentos para perder peso se basan, habitualmente, en una dieta restrictiva. El estar a dieta es algo frecuente desde antes del pleno desarrollo físico: Un 14% de las alumnas de 2º de Secundaria manifestaron estar a dieta en el estudio de López-Guimerà, Fauquet, Portell, Sánchez-Carracedo, y Raich (2008); un 34% de las alumnas de Secundaria expresaron estarlo en el momento de preguntárseles o haberlo estado durante el año anterior (López-Guimerà et al., 2013).
Estas restricciones llevan a la pérdida de peso a corto plazo, pero este peso se recupera o incluso supera para la mayoría de quienes se ponen a dieta (Mann et al., 2007). Los datos disponibles no apoyan la idea de que las dietas lleven a una pérdida de peso duradera o a beneficios en la salud (Bacon & Aphramor, 2011). De hecho, meta-análisis recientes señalan que el sobrepeso no se relaciona con un incremento en la mortalidad con respecto al normopeso (IMC entre 18.5 y 25; Flegal, Kit, Orpana, & Graubard, 2013).
Sin embargo, las dietas restrictivas sí que se han relacionado con una amplia variedad de consecuencias adversas: Incrementan la preocupación por la comida, la pérdida del control al comer, los atracones, la fluctuación del peso, el malestar emocional o un mayor riesgo de desarrollar desórdenes alimentarios (p.ej., Denny, Loth, Eisenberg, & Neumark Sztainer, 2012; Madden, Leong, Gray & Horwath, 2012). Y es que cuando uno se pone a dieta “sólo esfuerzos heroicos de autocontrol pueden sostener el infracomer» ante las múltiples tentaciones que se pondrán delante (Herman, van Strien, & Polivy, 2008, p. 202).
La Alimentación Intuitiva
Recientemente, algunos autores han planteado que, puesto que el peso es un indicador muy poco fiable de salud, tiene poco sentido el énfasis que se pone en la necesidad de su control. Consideran que es más razonable centrarse en promover hábitos saludables. En esta línea se encuentra, por ejemplo, la aproximación Salud con Cualquier Tamaño (Health at Every Size; Miller, 2005). Salud con Cualquier Tamaño se centra en la aceptación del propio cuerpo en comparación con la pérdida o control del peso, en ‘naturalizar’ el acto de comer (frente a controles externos o) y en la promoción de mantenerse activo (frente al ejercicio centrado en ser herramienta de control del peso; (Bacon & Aphramor, 2011).
Un concepto central en esta aproximación sobre el tema del peso y salud es el de alimentación intuitiva, definida como un modo adaptativo de comer que mantiene una conexión estrecha con las señales fisiológicas internas de hambre y saciedad (Tribole & Resch, 1995; Tylka, 2006). Tres son los elementos principales de la alimentación intuitiva:
- El permiso incondicional para comer cuando se tiene hambre y comer la comida que uno desea.
- Comer por razones físicas y no emocionales. El comedor intuitivo no utiliza la comida como vía de regular sus emociones.
- Dependencia en señales internas de hambre y saciedad para determinar qué y cuánto comer.
El comer intuitivo se ha relacionado con varios aspectos relevantes de la conducta alimentaria y la imagen corporal: De un modo negativo, con el IMC (Gast, Madanat, & Campbell Nielson, 2012; Smith & Hawks, 2006; Tylka, 2006), realizar dietas no saludables (Denny et al., 2012), sintomatología de desórdenes alimentarios (Tylka & Wilcox, 2006), insatisfacción corporal o internalización del ideal de delgadez (asumir que es necesario ser delgado para ser atractivo; Augustus-Horvath & Tylka, 2011); de un modo positivo, con el bienestar subjetivo (Tylka & Wilcox, 2006).
Otros Estilos de Alimentación
Aquí entramos ya con los problemas de inflación conceptual. Resulta especialmente llamativo cómo en el desarrollo teórico de la alimentación intuitiva, que se postula como un nuevo estilo de alimentación, se obvia gran parte de la investigación previa en este mismo campo. Desde hace décadas, es común considerar tres estilos de alimentación:
- El comer emocional: La teoría psicosomática (Bruch, 1973) se centra en el papel del emociones en la conducta alimentaria. Específicamente, en cómo el comer en respuesta a emociones negativas como la depresión y el desánimo es una respuesta atípica (Greeno & Wing, 1994). En estas condiciones, lo esperable es una supresión del apetito (Gold & Chrousos, 2002). El comedor emocional encajaría con la estampa de la tarde de sofá, manta y tarrinas de helado para asimilar la ruptura con la expareja.
- El comer externo: La teoría de la externalidad (Schachter, 1971) enfatiza el papel del comer en respuesta a estímulos relacionados con la comida, tales como la vista, el olor o el gusto, con independencia del estado interno de hambre o saciedad. El comer externo, a diferencia del emocional, se ha considerado una respuesta evolutivamente adaptativa (Rodin, 1981), puesto que habría permitido a los humanos aprovechar las oportunidades de ingesta cuando éstas se presentaban. Ejemplos de conducta aquí serían el comer tanto como a uno le sirvan en el plato, con independencia del tamaño de las raciones, o lanzarse a por un cruasán al pasar frente a una panadería, incluso sin tener hambre.
- Restricción alimentaria: Supone limitar de forma deliberada el qué y cuánto comer. La teoría de la restricción se centra en los posibles efectos secundarios psicológicos de la dieta, especialmente la sobreingesta que sigue al momento en el que uno no es capaz de mantener la voluntad de mantenerse a dieta (Herman & Polivy, 2004). Es el efecto qué carajo: «Estoy a dieta, estoy a dieta. Ay, qué duro es esto. Mira, un trozo de bizcocho. Vaya, ya me he saltado la dieta. De perdidos al río… ¡Al ataque con la nevera!».
Tal y como puede verse, hay un alto nivel de solapamiento entre los componentes del comer intuitivo, que se pretenden nuevos, y los estilos de alimentación con alto recorrido teórico y de investigación. Uno de los primeros pasos a la hora de desarrollar un nuevo elemento teórico es justificar si tal novedad es real y la conveniencia de su incorporación en el cuerpo de conocimientos (Haynes & Lench, 2003; Hunsley & Meyer, 2003). No ha sido así por el momento. Las tres dimensiones del comer intuitivo pueden entenderse como el polo opuesto a los más tradicionales estilos de alimentación:
- El permiso incondicional para comer como el reverso a la restricción alimentaria.
- El comer por razones físicas y no emocionales como el reverso a la ingesta emocional.
- El regularse por señales internas como el reverso al comer externo.
Ya hemos delineado en qué consiste la alimentación intuitiva y qué otros conceptos, más arraigados, parecen mirarla desde el otro lado del espejo. Dejamos para una siguiente entrada la investigación en la que, con una muestra de más de mil personas, pusimos a prueba si el comer intuitivo realmente aportaba algo nuevo. Ya puedo adelantarles la respuesta breve: No.
Muy interesante nota, me hizo pensar. Gracias por meter todas las referencias a articulos. Un saludo.
Muchas gracias, Tadeo, por tus amables palabras.
En nuestras entradas enlazaremos a nuestras fuentes, para que los lectores puedan ampliar y contrastar. Para nosotros, esto es básico en un blog de divulgación.
Un saludo.
Sin duda, no podemos entender la Alimentación sin su vertiente conductual, muchas gracias por este enfoque psicológico que es tan necesario.
¡Mucha suerte en vuestra andadura divulgativa!
Hacen falta muchas personas transmitiendo conocimiento.
¡Un saludo!
Para lo que necesitéis…
Gracias, Aitor, por tu comentario.
Para entender la alimentación es necesario mirarla desde muchos lados e intentar combinar las aproximaciones. Confiamos en ayudar a divulgar la mirada psicológica.
Un saludo.
Muy buen artículo. Es simple, pero ofrece reglas básicas en las que no me había parado a pensar mientras comía. Gracias.
Muchas gracias por tu fantástico artículo, me ha servido para despejar algunas dudas respecto al tema de la alimentación y el uso de dietas.
Una pregunta, ¿dónde puedo tener acceso al estudio que refieres al final de la entrada sobre el «comer intuitivo»?
¡Un saludo!
Buenas tardes, Juan Antonio. Me alegra que te haya interesado el texto. En breve publicaremos los resultados sobre el estudio que menciono. Hace unos pocos días lo he enviado a una revista científica y ya tenemos todos los datos elaborados para poderlos comentar.
Excelentísima descripción detallada de la ingesta intuitiva Juan Ramón Barrada, quisiera hacer mi tesis en este tema y no sé cómo pero di con tu espacio que me ayudó bstante…Si pudieras compartirme un poco más de información estaría infinitamente agradecida con usted…Mil gracias por enseñarnos un poco más y bendiciones, le dejo por si acaso mi correo misha1905@hotmail.com
Buenos días. Puede encontrar más información sobre la alimentación intuitiva aquí (http://www.unizar.es/barrada/papers/intuitive_eating.pdf) o aquí (http://www.ncbi.nlm.nih.gov/pubmed/25726186). Yo, desde luego, no le recomendaría a nadie que intentara hacer su tesis sobre la alimentación intuitiva, ya que considero que es un concepto más bien hueco y que apenas aporta nada nuevo.
Un saludo.
Mil gracias por responderme Dr. Juan Ramón…gracias a este espacio me siento más en confianza…Y gracias por la sugerencia de la tesis…la tendré en cuenta, me gusta mucho la parte psicológica pero como futura nutricionista tengo que darle un enfoque nutricional. Gracias una vez más por su consejo. SALUDOS