Una vez que hemos descartado que el terrorismo sea una enfermedad, un gen o algo endógeno de los propios terroristas, las preguntas que surgen son claras: ¿Cómo se radicalizan las personas?, ¿cualquiera puede ser un terrorista?, ¿todos somos terroristas en potencia?, ¿puedo confiar en mi vecino del quinto aunque me salude todas las mañanas?
En la segunda parte de nuestra serie sobre Radicalización, terrorismo y psicología trataremos de responder a esas preguntas y a algunas más:
- ¿Por qué la mayoría de las personas con creencias extremistas militantes no participa de acciones violentas y por qué existe una minoría que sí lo hace?
- ¿Qué papel tienen de las relaciones sociales (analógicas o virtuales) en esa radicalización?
- ¿En qué medida y cómo influyen los factores de «empuje» (agravios, discriminación, desigualdad, etc.) y los de «atracción» (señuelos, recompensas, etc.)?
El proceso de radicalización
Como decíamos en la entrada previa, los últimos cuarenta años de investigación han puesto de relieve la necesidad de conceptualizar la radicalización como un proceso más que como una condición personal o psicológica (Borum, 2011). Tras el 11S, el 7J y el 11M y la constatación de que la inmensa mayoría de terroristas se radicalizaron en los propios países donde atentaron (García-Calvo y Reinares, 2013), surgieron numerosos modelos que trataban de explicar cómo era posible que se radicalizaran personas que vivían en el corazón de las democracias avanzadas.
Repasar de forma exhaustiva los modelos sobre procesos de radicalización que se han propuesto en estos últimos puede considerarse una cuestión de detalle académico. Por eso vamos a meternos en la piel de un periodista y vamos a tratar de responder a las cinco Ws de la radicalización. Metámonos en harina.
Cinco preguntas sobre la radicalización
¿Quiénes se radicalizan?
En principio, se habla de radicalización a nivel individual, a nivel grupal y a nivel social. A lo largo de este artículo nos ocuparemos sobre todo del nivel individual por cuestiones de espacio, aunque podríamos dar claves muy interesantes sobre los otros niveles desde una perspectiva psicológica.
Así que en el post de hoy, los que se radicalizan son personas. Según Hamm (2007), en general, hay tres factores que motivan la radicalización individual: La búsqueda de sentido y de identidad, la necesidad de protección física o apoyo social, y el deseo de desafíar a la autoridad o combatir un agravio.
Este tipo de motivaciones no surgen por generación espontánea. Los seres humanos, como explica Blackledge (2003), vivimos en comunidades socio-verbales (o, en román paladino, que las convenciones sociales – ese saber popular que nos dice qué hacer, cuándo es apropiado o cómo hacerlo – surgen y se regulan en grupos lingüisticos concretos) y esas comunidades tienen un impacto muy importante en nuestas emociones, en nuestro valores y, también, en nuestras motivaciones (Valdivia, Luciano y Molina, 2006).
Aunque esas comunidades socioverbales son básicas en el aprendizaje de una cultura y son sistemas dinámicos en constante evolución, no siempre se adaptan bien al entorno social. Así, nos encontramos con personas que tienen necesidades (emocionales, éticas o motivacionales) que sus grupos de referencia no pueden satisfacer. Son lo que podríamos llamar ‘fallos comunitarios’ haciendo un paralelismo con el concepto de ‘fallos del mercado’ (Bator, 1958). Esas necesidades insatisfechas constituyen lo que, en jerga técnica, denominamos «estados de vulnerabilidad» y de esos estados se alimentan los procesos de radicalización.
¿Qué pasa durante la radicalización?
Aunque existen numerosos modelos, la mayoría de los investigadores que han estudiado el proceso de radicalización insisten en la idea de que en la transición hasta posiciones radicales se pueden identificar una serie de etapas o fases.
Aunque varían en el número de etapas o fases, los más reconocidos (Borum, 2003; Pretch, 2007; Silber & Bhatt, 2007) señalan cuatro etapas dentro del «patrón típico de radicalización»:
- Prerradicalización: Experiencia de agravio («Eso no está bien«) y deseo de aliviar el problema.
- Autoidentificación con el radicalismo político: Introducción de un criterio político/ético/religioso de referencia y experiencia de injusticia («Eso no es justo«).
- Adoctrinamiento, clusterización e aislamiento social del grupo: Identificación del agresor con un grupo determinado y culpabilización de ese grupo («Es culpa de…«).
- Yihadización y realización o planificación de actos terroristas: Solidificación del compromiso moral, íntimo y personal con el problema, demonización del enemigo («Son malvados«) y legitimización de la violencia política.
La idea esencial de los diferentes modelos es similar: un proceso gradual y escalonado. El debate académico se centra en el detalle: número de etapas, secuencialidad o no, etc.
Mención a parte merece la propuesta de Moghaddam (2005) conocida como la escalera del terrorismo. Lo interesante de esta propuesta es que relaciona los tres niveles de radicalización proponiendo la idea de que sólo un número muy limitado que quienes están en una fase pasan a la siguiente. Así ensaya una explicación sobre por qué muy pocas personas con ideología radical acaben pasando a la acción.
¿Dónde ocurren los procesos de radicalización?
Hay ciertos entornos sociales que aparecen como ‘espacios de vulnerabilidad’ por dos motivos fundamentales:
- porque la crean (prisiones, barrios con riesgo de exclusión social, colectivos identitarios nada o poco aculturizados, universidades, etc.)
- o porque son atractores de personas en esas circustancias (iglesias, mezquitas, movimientos sociales, grupos juveniles, etc.).
La captación de nuevos miembros en esos entornos tradicionalmente requería un importante gasto tanto financiero como organizativo para los movimientos radicales. En este sentido, internet supone la solución logística perfecta a los grupos radicales permitiendo la identificación de personas vulnerables sin limitaciones prácticas.
¿Por qué se radicalizan?
Para responder a esa pregunta, el del Joint Military Information Support Center (JMISC) ha detectado siete componentes comunes en los procesos de radicalización (McCauley y Moskalenko, 2012):
- Motivaciones: Las motivaciones, según estos autores, actúan como un impulso inicial.
- Facilitación social: La pertenencia a redes sociales compartidas con personas ya radicalizadas.
- Progresividad: Reconoce que la radicalización raramente se da de forma abrupta.
- Clusterización: El efecto del aislamiento social es muy importante.
- Ideología: Como comentamos, el papel de la ideología es conflictivo, pero los autores lo califican como un componente fundamental.
- Defensa del grupo de referencia: Las dinámicas de ‘unos contra otros’ juegan un papel clave.
- Identidad: La identidad radical parece una constante en la literatura de los últimos años (véase también de la Corte y Jordán, 2007).
Como vemos, son ideas recurrentes que hemos tratado a lo largo de estas dos entradas. El problema de la propuesta de McCauley y Moskalenko (como de tantas otras) es que se queda en un nivel superficial al buscar más una herramienta identificadora del radicalismo que una explicación del fenómeno en su conjunto.
Por eso, me parece muy interesante reforzar esta idea que ya defendíamos en el anterior post de la serie. La gente miente, miente mucho, constantemente. Por mentir, se mienten incluso a ellos mismos. Así, las personas no se radicalizan ni atendiendo a promesas de una vida en el paraíso rodeado de huríes, ni con la esperanza de la liberación nacional. Las personas entran en procesos de radicalización atendiendo a sus necesidades psicológicas del momento (sean conscientes o no de ellas), a sus necesidades psicológicas insatisfechas. Esto puede parecer una obviedad, pero es bueno recordarlo cuando nos acercamos a fenómenos tan elusivos como estos.
Es por ello muy necesario tener clara de la diferencia entre las función psicológica real de los grupos radicales (las necesidades que satisfacen) y las interpretaciones que hacen las personas de su militancia en ellas (el porqué que dan los terroristas de su radicalismo). No es lo igual el porqué real de la militancia del porqué autoatribuido de la militancia. El primero es el que nos interesa.
¿Cómo sucede la radicalización?
Conocemos al menos cuatro mecanismos que usan los movimientos radicales en los procesos de radicalización individual (Crossett y Spitaletta, 2010).
- Por agravios personales: Se da cuando el individuo interioriza un agravio percibido y busca actuar contra él violentamente. Este mecanismo es el más estudiado por los psicólogos que se han dedicado al área (Borum, 2003; Moghaddam, 2005).
- Por agravios políticos: Se da cuando una persona se llega a la violencia radical en respuesta a acontecimientos políticos o sociales.
- Por autopersuasión o de pendiente resbaladiza: Se da cuando una persona realiza la transición de simpatizante a activista radical al asumir progresivamente un mayor compromiso, riesgo o sacrificio.
- Por facilitación social o el poder del amor: Se da cuando los individuos son reclutados a través de una red social concreta que incluye a otros individuos radicalizados.
Los mecanismos son representaciones genéricas de procedimientos de reclutamiento o radicalización. Es decir, no tienen por qué existir solo estos cuatro. En realidad, el desarrollo de las dinámicas sociales es el que deja zonas de sombra (los fallos comunitarios de los que hablábamos más arriba) que son aprovechadas por los movimientos radicales.
Del estudio de la radicalización a la intervención.
Una vez que hemos entendido un poco mejor el proceso de redicalización, ya podemos dar el siguiente paso. En la próxima entrada de la serie hablaremos de la radicalización como ‘problema’, esto es, veremos qué consecuencias tiene todo lo que sabemos en el desarrollo de enfoques y experiencias para combatir el terrorismo.
- Lee la primera parte: El radicalismo como ‘condición’.
- O la siguiente: Combatir la radicalización
Hola Javier,
No termino de entender el lugar que dices que ocupan las narrativas de los fines y su relación con los medios para conseguirlos, es decir el acto terrorista en sí mismo.
Me explico:
Entiendo que para la movilización de un individuo a un acto que implica la ruptura de la convivencia social, debe existir una narrativa aglutinadora que permita expresar identidades opuestas a lo que se lucha, y que dentro de esa narrativa suele haber un componente o mítico o épico (alcanzar el paraíso o la liberación nacional, por ejemplo) pero me da la sensación de que tu no consideras que este elemento tenga un peso demasiado grande en la radicalización de los individuos.
Me gustaría saber tu opinión al respecto.
Un abrazo,
Emmanuel
Hola, Emmanuel
Muy buena pregunta porque, en efecto, las narrativas tienen un papel, claro que sí.
El problema es que desde una perspectiva psicológica esa distinción entre actos y narrativas (tan arraigada en nuestra forma de pensar) no tiene sentido.
‘Actos’ y ‘narrativas’ son esencialmente comportamientos y ninguno tiene jerarquía sobre el otro. En la realidad, nuestros actos modifican nuestros objetivos y creencias de la misma forma que nuestros objetivos y creencias modifican nuestros actos: ¿Los grupos radicales se aíslan porque piensan que el resto de la sociedad está pervertido o piensan que el resto de la sociedad está pervertido porque se aíslan? A priori, no sabemos cual es la buena. De hecho, lo usual es que ambas cosas se desarrollen progresiva, parcial e interrelacionadamente.
Lo que trataba de hacer en el post era dejar claro que tenemos que explicar tanto lo uno como lo otro y no conformarnos con una explicación propositiva si no tenemos una justificación sólida. Igual me he pasado en la clarificación.
Esto por quedarme sólo en la cuestión más evidente. Espero haberme explicado bien.
Otro abrazo!
Javi
Hola! No sé si habéis visto la película palestino-israelí ‘Paradise now’, un intento de adentrarse en la mente de un terrorista suicida. Aunque el tema de este post es sobre la radicalización de jóvenes musulmanes en países occidentales, creo que os puede interesar verla. Os dejo el link con sus críticas: http://www.filmaffinity.com/es/film558219.html
Un saludo y enhorabuena por vuestro trabajo.
¡Muchas gacias, Manuel!
Llevo bastante tiempo aplazando verla y eso que me habían hablado muy bien de ella. Tu comentario es la gota que colma el vaso, de este finde no pasa.
Abrazo!
– Javi
Ola vusco a contacter investigadores espagnoles sobre la radicalizacion, de los jovenes para un consortum scientifico.
Puede ayudarme
Séraphin ALAVA, Professeur des universités
Chercheur UMR EFTS
Université Toulouse Jean Jaurès
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