¡No quiero ir al colegio! Un problema tan antiguo como la propia escuela

La negativa a asistir al centro escolar es un campo de conocimiento que ha interesado desde hace décadas a profesionales de la Psicología y la Educación, entre otras disciplinas relacionadas. La manifestación de esta conducta, presente en la sociedad desde la aparición de las primeras escuelas, queda recopilada en una prestigiosa obra literaria publicada a principios del siglo XVII por William Shakespeare. En su obra, Como gustéis, el escritor describe las fases de desarrollo por las que una persona pasa a lo largo de la vida, señalando la etapa escolar como un periodo en el que el niño actúa como un caracol, el cual, a pesar de su reluciente matinal, se arrastra de mala gana hacia la escuela. De esta manera, queda reflejada la problemática del rechazo escolar como una realidad presente en la sociedad siglos atrás.

Después, el chiquillo quejumbroso que, a desgano,
con cartera y radiante cara matinal,
cual caracol se arrastra hacia la escuela.

¿Es la escuela un espacio agradable para todos?
En la sociedad actual, la escuela se ha convertido en el segundo hogar para numerosos niños, cuya presencia en el centro educativo puede alcanzar casi las diez horas. Muestra de ello es el incremento de los porcentajes de alumnado que come diariamente en las instalaciones escolares, así como aquellos que prosiguen su “jornada laboral” con horas extraescolares en el propio centro educativo una vez finalizado su horario lectivo. En numerosas ocasiones, la escuela se concibe como un entorno de aprendizaje ameno en el que los niños descubren y comparten sus experiencias junto al resto de sus iguales. No obstante, no todos los estudiantes desean ir a la escuela, ya que asocian este espacio a momentos de tensión, evaluación, temor, separación de las figuras afectivas o porque les resulta un entorno poco motivador. El informe PISA (2012) nos ofrece información valiosa sobre rechazo escolar. Los resultados se obtuvieron de alumnos de 15 años. En relación con el absentismo escolar injustificado, la media de la OCDE es del 15%, el porcentaje de estudiantes que afirman haber perdido al menos un día de clase en las últimas dos semanas. En la mayoría de países de la Unión Europea se encontraron porcentajes similares, a excepción de España con el 28%, uno de los más altos porcentajes. Para ser más precisos, el 24% perdió entre uno y dos días; el 3%, entre tres o cuatro días y 1% perdió más de cinco días de clase. Hemos de destacar la influencia de los parámetros socioeconómicos en el comportamiento de rechazo a la escuela. Los resultados indican que, en España, el 37% de los alumnos absentistas provienen de entornos desfavorecidos frente al 19% que provienen de entornos favorecidos.
De esta manera, nos enfrentamos a una problemática común que precisa delimitar su conceptualización así como las causas que la provocan.

¿Qué es el rechazo escolar?
El comportamiento de rechazo a la escuela se refiere a la negativa de un niño a asistir a la escuela y/o la dificultad persistente para permanecer en clase durante toda la jornada escolar, pudiendo esta conducta estar, o no, basada en la ansiedad (Kearney y Silverman, 1996). Según esta definición, podría considerarse que estamos ante un concepto que engloba todos los casos de niños y jóvenes que se niegan a asistir a la escuela. No obstante, en este punto surgen discrepancias entre los investigadores dada la complejidad de su análisis y las múltiples formas de manifiestación vinculadas a esta conducta. La principal diferenciación establecida entre los autores se basa en la distinción de aquellos casos en los que el rechazo escolar se manifiesta junto a reacciones de tipo emocional o ansiógenas, de aquellos otros casos conocidos como absentistas, los cuales se ausentan del centro educativo pero sin presentar síntomas ansiosos y sin el consentimiento paterno. En la actualidad, se aboga por una concepción del rechazo escolar que englobe todos los casos que manifiesten una conducta negativa a asistir a la escuela diferenciando entre estos los motivos que provocan estos comportamientos (Inglés, Gonzálvez-Maciá, García-Fernández, Vicent y Martínez-Monteagudo, 2015).

¿Cuáles son las causas de la negativa a asistir a la escuela?
Cuatro son los factores en los que se basa el enfoque funcional propuesto inicialmente por Kearney y Silverman (1990) y sobre el que se han realizado diversos estudios a partir de la escala School Refusal Assessment Scale (SRAS-R-C, Kearney, 2002). Los cuatro factores que establece esta perspectiva para justificar el comportamiento de rechazo a la escuela junto con las problemáticas asociadas (Kearney y Albano, 2004) son:

  1. Evitar la afectividad negativa que provocan los estímulos o situaciones relacionadas con el ámbito escolar. Esta función se relaciona con los niños más pequeños con dificultades para identificar la causa de su angustia ante la obligación de asistir a la escuela y está comúnmente asociada con el trastorno de ansiedad generalizada, quejas somáticas y súplicas constantes para no asistir al centro educativo.

  2. Escapar de la aversión social o situaciones de evaluación. Esta función se relaciona con niños y adolescentes con dificultades para relacionarse o dificultad para superar las situaciones de evaluación. La causa de la conducta escolar negativa es el deseo de escapar de las situaciones que le generan una ansiedad extrema. Esta función se ha asociado con el trastorno de ansiedad generalizada y social, así como con la timidez y comportamientos retraídos.

  3. Búsqueda de la atención de otras personas significativas. Se aplica a la preferencia de los niños por quedarse en casa o junto a sus padres o seres queridos en lugar de estar en el centro escolar, asociándose con el trastorno de ansiedad por separación y el trastorno negativista desafiante.

  4. Búsqueda de refuerzos tangibles fuera del ámbito escolar. Esta función se relaciona con los niños de mayor edad y adolescentes que se niegan a asistir a la escuela para realizar otras actividades que consideran más recreativas fuera del centro escolar.  Muestra cierta vinculación con el trastorno negativista desafiante.

Para el primer y segundo factor, los niños que se niegan escuela para evitar estímulos negativos o para escapar de la aversión, las técnicas de elección en la intervención implican psicoeducación, ejercicios para controlar los síntomas somáticos, estrategias cognitivo-conductuales y técnicas de exposición progresiva al entorno escolar. En el tercer factor, la intervención básico consiste en establecer rutinas educativas y familiares. Y por último, en cuanto al cuarto factor, la implementación de programas de enriquecimiento de refuerzos junto con el seguimiento y control de asistencia a clase son las estrategias que gozan de mayor respaldo.

A pesar de que el enfoque funcional basado en el modelo de cuatro factores es la propuesta que mayor apoyo científico ha recibido hasta el momento a nivel internacional, se precisa ampliar la investigación en este campo de estudio con el propósito de superar limitaciones en cuanto a la disponibilidad de instrumentos de evaluación, estudios longitudinales, análisis transculturales, entre otros, que permitan conocer en profundidad esta problemática y alcanzar un objetivo común: que todos los niños superen, en el menor tiempo posible, su dificultad o su negativa a asistir a la escuela.

Los autores de este texto son Carolina Gonzálvez, Cándido J. Inglés, María Vicent y José Manuel García Fernández.

One thought on “¡No quiero ir al colegio! Un problema tan antiguo como la propia escuela

  1. El problema es que el colegio,exige al niño que al dia siguiente que demuestre lo que ha aprendido, si se quiere enseñar bien,el profesor debe enseñar sin exigirle al niño un examen,bastará conque le pregunte sobre el tema,y volveré a explicar,lo que no ha entendido

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